miércoles, 30 de diciembre de 2009

Anatomía mental de una crisálida

En un momento de lucidez se me ha ocurrido caer en la cuenta de que, por el hecho de haber comenzado el blog en este mes tan hermoso y tan lleno de nostalgia y melancolía, ésta será la última entrada que publique en el presente año (a no ser que tenga una repentina llegada masiva de inspiración, inspiración que por cierto pase mi periodo de selección, ya que sólo escribo aquí lo que pienso que merece la pena escribir o lo que, pasados unos días después de llegar a mi mente, no suena en mi cabeza del todo estúpido). De modo que aprovecho para desear a los lectores de este espacio (es decir, yo, tú, quizás un par de amigos más y los oompa-loompas que viven en mi ordenador) un feliz próximo año (que si lo pensamos es tan estúpido y frívolo como desearos un feliz período de 365 días y 6 horas a partir de pasado mañana).

Dicho lo anterior, me gustaría dedicar esta última entrada del año a algo tan peculiar como la búsqueda de la identidad del individuo, en especial durante la etapa adolescente, ya que es este periodo de la vida en aquel en el que forjamos nuestra propia individualidad como personas, en el que reclamamos nuestro lugar en el mundo. Es por eso que muchos recurren a pertenecer a estilos o grupos sociales, con los que en ocasiones ni siquiera se sienten identificados. Esto sin duda es una forma fácil como ninguna de lograr cierta individualidad, de separarse del resto, al tiempo que se logra la aceptación social de un grupo concreto. El problema es, si lo pensamos, la banalidad de los grupos mismos, ya que en su mayoría se sustentan sobre algo tan nimio como un tipo de música, una moda o una afición en particular, complementadas con una ideología estereotipada que, como he dicho antes, en muchos casos ni tan sólo es compartida por los que dicen pertenecer a ese grupo social.

Sin embargo, si yo no escucho sobre todo un género musical en particular, ni leo manga, ni juego al World of Warcraft, ni soy aficionado a la informática, ni a la ciencia-ficción... ¿debo entrar entonces en una crisis de personalidad? Parece que hoy día sea obligatorio pertenecer a uno de esos grupos, la sociedad se empeña en clasificarnos. Si no eres clasificable, por lo visto perteneces al mediocre ''resto'' de personas que no saben lo que les gusta ni lo que piensan. Pues bien, a mí me gusta la tranquilidad, el arte, la buena comida, el cine, la música (al menos la mayoría de los géneros, siempre que la pieza en cuestión sea buena), la buena compañía, la montaña... ¿eso tiene nombre? Supongo que sí: el mío. Y es que no hay nada que denote más falta de personalidad que intentar lograrla imitando a un grupo de personas.

Esto me lleva a pensar en el concepto que narró Pete Townshend, en referencia a la mente del individuo en su análisis más profundo, carente por supuesto de validez psicológica pero bastante interesante, de que todo adolescente posee cuatro personalidades dentro de sí: un romántico, que necesita desesperadamente de otra persona que le complemente, un presumido obsesionado con dar buena imagen a los demás, un hipócrita, capaz de contradecir a su propia forma de pensar y traicionar a sus ideas, de mentir y cambiar o fingir según aquel o aquellos con los que se encuentre, y el ello definido por Freud, un agresivo y violento ser que se guía por los instintos primarios buscando satisfacción, sexo y emociones fuertes.

Lo curioso es que, por mucho que intentemos controlar esos instintos, realmente nunca lo conseguimos, ya que ellos forjan lo que somos, y, aunque los reprimamos, aunque queramos dejar de ser unos románticos, unos presumidos, unos hipócritas o unos adictos a la violencia y el placer, hay algunas cosas que no podemos controlar.





''¿Puedes ver mi verdadero yo?''
Quadrophenia, The Who, 1973.

3 comentarios:

  1. Chéee, pero ¿por qué me encantas tanto? Voy a acabar matándote y lo sabes, clavando tu cabeza en la esquina de mi cabecero de la cama para verte todos los días y oírte decir "Chée" aunque sea en mi cabeza, porque estarás muerto. Y seco, como un jamón. Cuando tu cara esté completamente descompuesta y el placer de verla tal y como es ahora se haya esfumado la cocinaré en un riquísimo guiso y me la comeré. Entonces estarás dentro de mis entrañas y te podré oír decir "Chéeeee" en mi interior siempre. ^^
    Por cierto, tengo que llamarte, ahora lo haré...

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  2. Por cierto, hay una entrada nueva en mi blog ^^

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  3. Gatuno, ¿qué te ha parecido "Conociendo a Tarso"? Ansío tu opinión. Espero que te lo estés pasando estupendamente en estas recalcitrantes vacaciones de Navidad, y que los Reyes Magos te traigan muchísimos regalos fantabulosos.
    Aparte de tu opinión también ansío otra cosa, una tela absolutamente maravillosa, que cuando la consiga, si la consigo, haré con ella algo estupendo por completo y lo verás todo. Si todo va bien te encantará.
    Cuídate mucho y juega con la luna hasta quedarte sin aliento y sin fuerzas para maullar ^^ (L)

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