sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Qué ha sido de ellos?

¿Qué ha pasado con tantas cosas? ¿Qué hay del arte, dote confiada a personas que pasan desapercibidas en nuestra sociedad en lugar de ser alabadas? La música, carente de originalidad, se compone de una enorme parte de niños de papá que recurren a la obra comercial y a los ritmos fáciles para alcanzar la fama, unos pocos veteranos, los que forjaron la verdadera música hace años, rechazados por gran parte de la sociedad actual, salvo por unos pocos entendidos que saben dónde encontrar la calidad, y una minúscula minoría que, aún sabiendo crear verdadero arte con originalidad, pasa por desgracia desapercibida por gran parte del público. Lo mismo puede decirse de los otros seis pilares de la creación humana. ¿Qué del cine, cuyos verdaderos maestros han sido casi olvidados? ¿Quién puede decir hoy que ha admirado el arte de Orson Welles, David Lean, Stanley Kubrick, Martin Scorsese, Alfred Hitchcock...? Incluso los pocos maestros que existen hoy en día son sólo apreciados por unos pocos, resignados bajo la comercialidad. ¿Quién puede decir sinceramente que prefiere pagar para ver una genial obra de Tarantino o los Cohen en lugar de unos millones gastados en actores mecánicos envueltos de chistes fáciles, guiones pésimos y efectos especiales? ¿Qué de aquellas criaturas góticas que alimentaban las más profundas pesadillas del subconsciente humano y que ahora han sido relevados por adolescentes protagonistas de subproductos vanos?

Las esculturas y las pinturas expuestas en los museos conversan tristes sumidas en su secreto egocentrismo, del que, por otra parte, son muy dignas, porque ya no hay sangre nueva que les admire, más allá de alguna excursión escolar y de los visitantes habituales, además por supuesto de los vigilantes del edificio que se pasean distraídos sin conciencia de la grandeza de lo que tienen alrededor. Las obras de Wagner, Beethoven y Tchaicovsky se exponen en palacios dedicados en gran parte a hipócritas muestras de clase en reuniones sociales, escuchadas sin pasión alguna, como la lluvia monótona de una tarde de otoño, por personas que en su mayoría sólo quieren mostrarse unas a otras cuán elegantes son.

¿Qué ha sido del romanticismo, frases de amor sustituidas ahora por fríos comentarios en redes sociales, conversaciones cara a cara por sucesiones de faltas ortográficas en las que cuesta horrores encontrar una pizca de sentimiento, las virtudes de la persona reducidas a la belleza exterior, relativa y, por tanto, inexistente?

Un servidor no reniega de la época que le ha tocado vivir, tan sólo lucha por adaptarse a un mundo que no entiende. Aunque, si he de ser sincero, si bien no guardo esperanza alguna de comprender al mundo, sí la guardo de que el mundo me comprenda a mí.



''Todo eso son sólo otros ladrillos en el muro.''
The Wall, Pink Floyd, 1979.

1 comentario:

  1. Me encanta todo, me encanta en una progresión aritmética hacia arriba: la primera entrada me ha gustado mucho, la segunda mucho más y el comentario del subtítulo me ha sorprendido de una manera superlativa. Me alegro de que me hayas hecho caso cuando te dije que te hicieras un blog ^^
    Ayer me lo pasé estupendamente, igual que todos los días, jaja.
    PD Normalmente mis comentarios no son tan largos. Cuídate mucho, Gatico.

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