Por otro lado y en segundo lugar, me encuentro con algo alarmante en la filmografía del posíblemente mejor director de la genereación de óperas primas de los 90, y es que por lo visto Tarantino planea no uno, no... ¡dos nuevos Kill Bill!
Aunque sabemos que Tarantino es capaz de hacer una obra maestra con lo que sea, aunque en 90 minutos de película sólo salga él en calzoncillos hablándole a una gallina, el argumento que parece previsto que aparezca en Kill Bill vol. 3 y 4 parece algo... no sé... ''raro'' (parece ser que tratarán de la venganza de los Maníacos supervivientes y de la hija de Vernita Green, la apodada ''Cascabel'').
Técnicamente, Bill puede traducirse del inglés como ''cuenta'', así que parece se que eso es lo que harán estos personajes, ''liquidar cuentas'', como bien dice el título de la saga. Aunque no es correcto llamarla así, ya que en su origen Kill Bill constaba de una sóla parte que, debido a su duración de cuatro horas, tuvo que ser cortada en dos (como alguno de los 88 Maníacos -chiste malo por el que merece la pena darme un par de collejas). De todas formas, si se liquidan esas cuentas en los volúmenes 3 y 4, se convertirá en la primera secuela dirigida por Tarantino.
Ojalá lo haga bien y sepa mantener el merecido prestigio de su carrera, ya que su filmografía (tachada por los que no la conocen de ''excesivamente violenta'' cuando, si bien sí hay violencia en ella, nunca es excesiva sino elegantemente mesurada) es sin duda IMPECABLE, y pocos directores pueden afirmar ésto (sin duda, David Lean -no confundir con David Lynch- es otro de ellos). Puede decirse que la peor obra de Tarantino es la primera parte de Kill Bill, y ni siquiera ésta tiene un pelo (como diría él en sus guiones, ''un puto pelo'') de mala película. Además, sin duda se redimió con el volumen 2.
Desde su ópera prima, la genial Reservoir Dogs (en realidad su primera película fue My Best Friend's Bithday, de la que, debido a un incendio, sólo se conservan unos minutos, y cuyo guión sirvió a Tony Scott (sí, hermano de Ridley; esque todo está conectado, ché)para rodar Amor a Quemarropa), Tarantino ha demostrado una elegancia y un perfeccionismo sin igual (y, todo hay que decirlo, sus diálogos no tienen desperdicio). La perfección de Pulp Fiction (quizás la cuarta en mi ''lista'' de favoritas, si no recuerdo alguna otra que la adelante, lo cual es difícil), la emoción de Jackie Brown (qué repartazo), la tensión de Kill Bill y del capítulo que rodó para CSI: Las Vegas, el humor negro de Death Proof e Inglorious Basterds... Creo que no me he dejado ninguna, jeje.
Muchas veces, conversando con indivíduos de gran noción artística, he llegado a la conclusión de que los directores más originales que tenemos hoy día son, claramente, Tim Burton y Quentin Tarantino. A menudo he tratado de discernir quién de ellos es el mejor, y me resultó imposible hasta que lo calculé de manera muy simple: con una balanza. Usen ustedes las manos si quieren, con las palmas hacia arriba cual mentaba balanza, y muévanlas hacia arriba o hacia abajo según se digan cosas positivas o negativas de ambos directores. Empecemos...
-Tarantino escribe sus propios guiones, y Tim casi nunca.
-Los guiones de Tarantino son geniales, los diálogos son perfectos, impecables, sin fallos ni teatralidad. Totalmente verosímiles y con personajes con los que puedes empatizar sin tener que recurrir a la sentimentalidad. Burton no puede decir lo mismo.
-La dirección de Tarantino también es impecable, es perfeccionista y pone atención a los detalles (el zippo, el plano desde el maletero, su propia aparición, y otras cosas que curiosamente vemos en todas sus películas), y su estilo visual consta de una ambientación perfecta. ¿Os habéis fijado en cuántas veces surge la palabra ''perfecto'' cuando hablamos de Tarantino?
-Elige repartos variados y de actores camaleónicos, capaces de interpretar cualquier papel. En cambio, los actores de Burton siempre hacen alarde de exentricidad.
-La genialidad de Burton se debe en parte a su aislamiento social y a su problema psíquico (tiene una clase de autismo). Tarantino, aunque a veces no lo parezca, está perfectamente cuerdo. Tiene la genialidad en la sangre. Ama el cine con toda su alma desde pequeño, y tiene, como ya he dicho, bien merecido el título de maestro.
-Importante: Tim Burton es un director que, aunque artísticamente genial, se dirige muchas veces al público exclusivamente adolescente (sobre todo ahora que ese estilo de cine tan gótico está de moda), y muchas veces ha recurrido al cine comercial, con obras como Batman (que, aunque fantástica, se hizo por afán de lucro), o El Planeta de los Simios. Además, para hacernos empatizar con sus personajes, como he mencionado antes, deja un poco de lado la historia para sumirnos en una sentimentalidad total (buenos ejemplos son Edward Scissorhands o Sweeney Todd), mientras que Tarantino nos hace empatizar con ellos mediante el transcurso de su historia. Es más, Tarantino RENIEGA de la comercialidad.
-Dicho esto, de Tim Burton podemos alegar que tiene un increíble carácter visual y que sin duda es un genio en este aspecto, pero por mucho que la balanza se incline por este hecho, no creo que logre alcanzar a Tarantino. Sé que muchos me matarán por hacer esta aformación, pero hablo de manera objetiva.
En fin, hecho este largo, pesado y aburrido homenaje tanto a Tarantino como a Scott y a su genial obra Blade Runner (también, en el fondo, a Tim Burton, del que conste que insisto en exaltar su genialidad visual y artística), recuerdo la reflexión sobre la preocupación que me empujó a escribir esta entrada, el peligro de que tales maestros dirijan secuelas de sus propias obras maestras, arriesgando tanto el prestigio de éstas como el suyo propio. Les invito a, si les resulta mínimamente interesante, dar a conocer esto e invitar a la reflexión sobre ello. Quizás sólo se quede en eso, en un rumor. Pero asusta, a mí y a cualquier amante de este séptimo arte.
Sin nada más que decir, me despido con mis mejores deseos y un cordial saludo. Grazie mille.
''¿Qué sentía mi padre? Él era fuerte, siempre luchaba por su familia. Nunca pensaba que la podía... perder...''
El Padrino, Parte II, Francis Ford Coppola, 1974.
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